Antes de ser luciérnaga el bosque fue la oscuridad de la celada,
¿Cuántos siglos perdidos
en la memoria muerta de la luz?
Nos pintaron con los colores de la nada y del vacío, muertos o ciegos
nos dejaron vagar en la sombra del paisaje,
y en la grandeza de tu corazón que me alimenta.
Pero nada nos detiene,
cada quien vuelve a la cita
para juntarnos como antes,
cuando trillábamos los amaneceres
en el alma universal de la poesía
y en el canto que hoy repiten nuestras voces.
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