Como la centella de la oscuridad.
La furia que pegó en mi intrepidez.
Me ha dejado sin inhalación.
Tal vez sin poder pedir una explicación.
La ventolera pasó delante de mí dejándome fascinado.
Y pensé que ya llegaba para estarse.
Y se fue en menos de mi última espiración.
Apenas duró unos días y unas horas.
Es evidente que otra vez me dejaron en mudez.
Pero así como las hormigas te punzan.
Mi alma fue encapsulada en la vorágine.
De los deseos no cumplidos.
Pero así como la anilla gira en varios sentidos.
Lo más perfecto vivido fue el taciturno.
Como la dócil caricia de esa mañana.
En la misma cama donde pude sentirla.
Haciéndome ver que el amor se me ríe en la cara.
Que no hay deseos alcanzables solo decisiones no cumplidas.
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