Desde donde me promovió el destino, el acontecer diario del mar, como un bostezo retórico, se reitera levemente. Entre tierras mortales y amaneceres cósmicos, la vegetación resulta un estorbo para observar la piedra. Piedra cálida de sol, margarita de lapilli fenecida, ahogo pétreo que me regresa a la humildad de la silla. Y palidezco -el mar dándome la espalda- y la imagen hurga en las entrañas como una flecha herida de recuerdos.
Luis Vea García,Ó 2004 III Mostra de poesia comparada de Sant Martí- VV.AA, Ajuntament de Barcelona, 2005
PERSISTENCIA DE LA CARNE[*]
Reparo el silencio, me sumerjo en el aire entre carne escindida -carne de la carne- mientras el exquisito balanceo de los días me proyecta hacia delante entre desnudos oblicuos, brumas y medias partes, velos descorridos entre velas generosas que se derraman sobre cuerpos augustos de lamentos y acogidas, lenguas que se abrazan, miembros que se encogen y explotan, lágrimas que brotan de placer -carne de la carne- y la mirada, agotada entre ensoñaciones, me devuelve a las sábanas, al cálido amanecer de lo posible, la eterna erección del espíritu que se proyecta más allá de la carne, -carne de la carne- escindida del placer, externalizada de la mente, entre seda me agazapo y un cuerpo mullido de caricias, ahora sí, me abraza y apura el baile de la carne. Y yacemos al fin juntos.
Escribir un nombre en letras de coral y lanzar al mar las palabras para que los acantilados las escupan en brisas de espuma y sirenas, ensortijar las sílabas de oro en papel y dejar que broten los sueños de