CEMENTERIO ALEMÁN [YUSTE]1945
“In balance with this life, this death.”[W. B. Yeats]Ahí las tenéis, miradlas: son las arteras armas de la noche,
apacientan la anchura de la nieve
y el cristal apagado de una campana fría.
Son los trenes que silban –tan negros- por el sueño,
y es el olor violento del barro y su horizonte
helado en el que cantan las bocas de los muertos
sus canciones de escarcha que hieren los oídos.
Son, mirad, estos hombres, hundidos o tocados
en un juego siniestro de naves por la sangre,
de aviones incendiados en el fondo de un bosque.
Cuando flotan las luces tras la niebla,
cuando pisan su sombra y la sombra les muerde
con sus dientes de hielo, con sus desolaciones.
2005
“The years to come seemed waste of breath.”
[W. B. Yeats]
De seis en fondo ahora, la formación de cruces
insiste en recordar al caminante
la estirpe de estas muertes militares,
la raíz malograda que se pudrió en sus tumbas.
Cae el hielo de la tarde como antes vuestros cuerpos,
como cayó la tierra sobre vuestras canciones,
como han ido cayendo las hojas de estos robles
hasta dejar ausente su esqueleto de acero.
Con la anónima nieve de la muerte,
sobre vuestra tristeza ha crecido la hierba
y esa hierba persiste verdemente
en el sueño invertido de vuestro escalofrío,
en vuestro duro nombre de muertos extranjeros
y en el asombro sepia de vuestra adolescencia.
Habíais dejado apenas el mundo de los juegos
para seguir jugando con torpe ardor de guerra.
Para acabar así, convertida ya en mueca
la risa irresponsable que se heló entre las nubes
o devolvió desnuda la crueldad del océano.
Para acabar aquí,
lejos de vuestra casa y de su sombra íntima.
Aquí, donde conviven la pena y la vergüenza
y la costumbre junta el horror y el silencio
en el último espasmo que heló vuestra mirada
azul y fría y extraña, vuestra última sorpresa
al contemplar de pronto la muerte cara a cara,
tan extraña como estos olivos contra el cielo.
Y ahora estáis en la muerte y seguís sin saberlo.
Lo sabe el caminante cabizbajo
que mira conmovido vuestras tumbas
y contempla el sendero que él también cruzará
otra tarde de hielo, sin hierba, pensativo.
En un rincón del tiempo se acumulan las zarzas
que acabarán ardiendo en una hoguera fría
con los huesos más tristes de la historia.
Y la tierra os ha dado no tan solo reposo:
os da una dignidad que en vida no tuvisteis,
la dignidad del muerto en un bosque extranjero.
Porque para la muerte todo suelo es extraño
y un hombre es extranjero en cualquier cementerio
que visiten sus ojos pensativos.
Un hombre es extranjero en cualquier cementerio en que repose.
VOCATIVO SINGULARlos muertos y los muertos y los muertos,
surgentes, naturales.[Luis Rosales]Te lo advertía tu padre al final del verano,
cuando agosto ponía las primeras tormentas
por un sur de relámpagos, detrás de las montañas,
y silbaban los trenes de la estación remota.
Sonaban sus bocinas como un lamento negro,
bajaban al hollín que había en la chimenea:
-He soñado esta noche
con mi padre – decía-.
Le veía y me hablaba
como te hablo yo ahora.
Si sueñas con los muertos, es que vienen las lluvias.
Y tú entonces soñabas con muertos muy lejanos,
con toreros antiguos o con antepasados
a los que nunca viste,
con muertos cuyos rostros conocías de lejos,
en fotos color sepia o en los cuadros antiguos
que el sol iluminaba cuando caía la tarde
en la penumbra tibia de la casa.
Hoy me sigue pasando:
al final del verano y anterior a la lluvia,
se pasea por mi sueño un triste mensajero
que viene de otro tiempo,
de una nada con nubes que arrastra el suroeste.
Pero ahora ese tiempo es reciente y los rostros
son cercanos: amigos,
familiares que vuelven
más jóvenes y enteros para anunciar la lluvia.
Cuando hablan sin nostalgia usan para llamarme
un suave vocativo singular y doméstico
y en su penumbra ignoran que vienen temporales.
En ese vocativo hay algo que me llama
más allá de mi nombre y de mi tiempo frágil.
¿De qué lugar oscuro del corazón de un muerto?
CREPÚSCULO ESPAÑOL DE CASANOVAHay tanto adiós delante de tu rostro.[G. Schehadé]Cae la tarde amarilla, se va precipitando
la sombra tras las copas espesas de los pinos.
Y estos paisajes hondos, este otoño de viñas
me hablan muy lentamente del final de la hoguera,
de estas brasas que huelen a una dulce tristeza.
Me consuela la calma que tiene el campo ahora.
Me miro en el silencio interior del crepúsculo
y en el agua del río,
en el agua que corre somera y transitoria,
oigo hablar a los muertos que fueron mis amigos.
El final de la tarde, con esta luz serena,
con esta mansedumbre de las convalecencias,
me entrega su piedad a la hora del espanto.
A esta edad la Fortuna ya no mira a los hombres:
mi equipaje es un hueco, un baúl de extravío,
lo que saldan las horas, un bagaje de humo
que pesa más ahora que cuando estaba lleno.
Mira otra vez. Quizá solo es esto la vida:
Un túmulo de arena al sur de la ventisca,
la estatua indiferente en donde posa un pájaro
su frágil tiempo de aire,
la sombra del caballo contra un muro de agua.
Sí. Quizá los minutos, como las caracolas,
son huellas del cristal sobre la nube,
el péndulo marino que duerme en las campanas.
Tal vez la vida sea más un lugar que un tiempo.
Un lugar que confunde la máscara y la piedra,
la vigilia y la lluvia, los días y los nombres
en la hora de la esfinge y las inundaciones.
Tal vez la vida es esto:
La voluntad de nieve que hay en las pesadillas,
el espíritu áspero de una emulsión de lodo,
un incendio que sube por el acantilado,
cenizas y pavesas sobre las olas verdes,
la confusa blancura de las constelaciones.
Quizá sólo sea eso lo que la vida quiere:
fluir y atravesarte
como un inconsistente apócrifo del viento.
Mis ojos sólo miran el lugar de su ausencia.
Santos Domínguez. [De Las sílabas del tiempo. Nausicáa. Murcia, 2007]biografia:
Santos DOMINGUEZ RAMOSCáceres, 1955. Catedrático de Lengua y Literatura. Crítico y poeta. Su obra poética figura en varias antologías Jóvenes Poetas en el Aula [Cáceres,1983], Abierto al aire [Badajoz, 1984], Quién es quién en poesía [Madrid, 1988], Diez años de poesía [ Cáceres, 1995], Antología de Poesía Española [ Sevilla,1995], Artistas extremeños contra el racismo [Mérida, 1997], Poelia. Poesía en el Gran Teatro. [Cáceres, 2002], Literatura en Extremadura, siglo XX. Antología didáctica de textos. [Badajoz, 2003] o Versos de tiza [Ciudad Real, 2005]. Ha publicado poemas en revistas como Alcántara, Oropéndola, Cuadernos de Poesía Nue-va, Gálibo, Égloga, Tientos, Zurgai, Turia, El grito, Hablar/falar de poesía, Piedra del molino, en la Enciclopedia de escritores extremeños y en la antología de poesía hispanoamericana publicada en Internet en la página Palabra virtual.
Fue premio nacional de Poesía del Ministerio de Educación por su libro Cavernas de la Piedra [1983]. Obtuvo en 2004 el X Premio Gerardo Diego por Tres retratos del frío y en 2005 el Premio Internacional Jaime Gil de Biedma y Alba con Díptico del infierno, el Premio Eladio Cabañero con Las provincias del frío y en 2006 el Premi Tardor con En un bosque extranjero, un accesit del Ciudad de Zaragoza con La luz del palimpsesto, el LIII Premio Alcaraván con Cementerio alemán de Yuste y el Premio Internacional de Poesía Barcarola con Las sílabas del tiempo. En 2007 obtuvo el XXXVIII Premio de poesía Kutxa Ciudad de Irún con La flor de las cenizas.
En 1994 publica en la Colección Alcazaba de Badajoz Pórtico de la Memoria, libro al que siguieron La orilla del invierno. Colección Almenara. Cáceres, 1996, Cuaderno de Abul Qasim. Colección Alcazaba. Badajoz, 2001, Tres retratos del frío. Tomelloso, 2oo4, Díptico del Infierno. Nava de la Asunción, 2005, Las provincias del frío. Algaida. Madrid, 2006, En un bosque extranjero. Aguaclara. Alicante, 2006. Las sílabas del tiempo Nausicáa. Murcia, 2007 y La flor de las cenizas. Fundación Kutxa. San Sebastián, 2007.
Como narrador ha publicado Los alegres maletillas en el colectivo Cuentos de miedo. La luna. Mérida, 1997 y figura en la antología La narración corta en Extremadura, Diputación Provincial. Badajoz, 2000. Tomo III. Es autor del ensayo Memorial de un testigo. Editora Regional. Mérida, 2002, y ha publicado también, en colaboración con Rosalía Ruiz, una edición de los diarios de Pedro Romero Mendoza [Un hombre a la deriva] en la colección Rescate de la Editoral Regional de Extremadura. Mérida, 2003 y un libro de homenaje a Dulce Chacón [Aula José Mª Valverde. Cáceres, 2004]. Ha sido durante seis años director del Aula literaria Jose Mª Valverde, de la que fue también fundador. Desde 1997 hasta 2006 dirige en Cáceres un Taller literario de poesía y relato corto.
santos.domingue@gmail.com