Kintto Lucas
Nationality: 136
Email: kintto@yahoo.com
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Kintto Lucas
Escritor y periodista uruguayo-ecuatoriano. Máster en Estudios Avanzados en Literatura Española e Hispanoamericana. Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí 1990. Fue Vicecanciller de Ecuador y Embajador Itinerante de Uruguay para UNASUR, CELAC, ALBA y la Integración. Fue director y editor de diversos periódicos y revistas, corresponsal de la Agencia Inter Press Service y ha escrito para diversos medios latinoamericanos y europeos. Ha sido docente de periodismo cultural, periodismo investigativo, actualidad política y geopolítica, y conferencista en diversas universidades y organismos internacionales.
Recibió la Condecoración al Mérito en el Grado de Gran Cruz del Gobierno de Perú y el Botón de Oro Ho Chi Minh de Vietnam y la Pluma de la Dignidad de la Unión Nacional de Periodistas del Ecuador 2004.
Algunos de sus libros son: Caminamundos (1990), Rebeliones Indígenas y Negras en América Latina (1992), Desmadre de tiempo y geografías (1993), La Sed y el Agua (1995), Apuntes sobre fútbol (1996), Mujeres del Siglo XX (1997), Plan Colombia. La Paz Armada (2000), La Rebelión de los Indios (2000), Rafael Correa: un extraño en Carondelet (2007), La Guerra en Casa (2009), Tal Cual Es: el camino de José Mujica a la presidencia (2012), El arca de la realidad -De la cultura del silencio a wikileaks- (2013), Retratos Escritos (2014), Ecuador Cara y Cruz –Del levantamiento del noventa a la Revolución Ciudadana- (Tres Tomos, 2015), Enrique Lucas y una pregunta para Pessoa (2015), El Naufragio de la Humanidad / O Naufrágio da Humanidade (2017), José “Pepe” Mujica: I labirinti della vita (2018), Mercè Rodoreda. Barcelona y el “yo-ciudad” (2018), Realidades y ficciones: sobre libros, escritores y lectores (2018), Scheherazade y otros relatos (2018) y Caminamundos, Cangrejos y otra poesía reunida… a Destiempo (2018).
Cinco poema del libro El Naufragio de la Humanidad, de Kintto Lucas
KIYIYA VURAN İNSANLIK
(para Aylan Kurdi)
Un niño no se pone los mejores zapatos
para morir en el mar,
aunque el Mediterráneo,
de Algeciras a Estambul, sea un cementerio.
Kıyıya Vuran İnsanlik dicen en Turquía,
por el naufragio de la humanidad.
Pero los niños, no deciden naufragar,
zozobrar en una barca o terminar en una playa,
en la arena, boca abajo,
los niños no deciden morir en el mar.
La Vieja Europa, que siguió a Estados Unidos
en el naufragio de Libia primero y en el de Siria después
tendrá en sus entrañas
grabada para siempre la muerte de un niño,
de cientos, de miles de niños.
Surgida de guerras sin ataúdes,
esos atuendos innecesarios de la muerte,
la Vieja Europa conoce de cementerios
desde que se conoce a sí misma,
pero debería saber que Aylan Kurdi
es uno de los tantos que no eligieron naufragar.
Las islas de Grecia que la troika quiere vender
son ahora entrada al cementerio europeo
y hay niños en el mar
miles de luces en el mar.
Decía Serrat que el alma del Mediterráneo
es profunda y oscura,
y cuando lo decía, la humanidad ya había naufragado
pero no nos habíamos dado cuenta…
EL MURO
Si quieres cruzar el muro
tienes que quitarte los zapatos,
llevar algunas monedas en el bolsillo,
y tomarte el tren de Pancho Villa.
Tienes que beber algún tequila
y dormirte en un portal con las hormigas.
Tienes que cantar algún mariachi
y pasar los espejismos de Tijuana.
Tienes que encontrar a Pedro Páramo
y atravesar el llano de Jalisco en llamas.
Tienes que matar un gringo viejo
antes de llegar a la frontera.
Tienes que olvidarte del camino
cuando ya lo logres traspasar.
Si quieres cruzar el muro
no olvides a la guadaña
cuando quieras regresar,
y ándale despacito,
aquí ya no hay más santitos
que ayuden a caminar.
LA COMUNA DE CHANEL
¿Es verdad que a uno, allá en la Comuna de París,
se le ocurrió que había que sentarse a la izquierda
para ser revolucionario?
Y que otro, preguntó en voz bajita, cómo en confidencia:
¿qué queda de la Comuna compañero?
Y que el anterior le respondió:
lo que está a la izquierda camarada.
Y que el otro volvió a preguntar:
¿qué queda de la izquierda entonces?
Y que el mismo de antes le dijo:
lo que está en el pueblo.
Y que allí siguieron conversando hasta el presente:
cuando ya no hay Comuna, izquierda o revolucionarios,
pero Chanel es la mejor imagen de París…
UNA PREGUNTA PARA PESSOA
La pregunta no es ¿qué hay después de la muerte?
sino ¿qué hay después de la derrota?
La muerte es solo una sombra de la vida
la victoria es como la lluvia
que nunca puede mojar las sombras
las sombras son como un selfie:
desaparecen en un instante y vuelven a aparecer
las sombras son manchas en la lluvia
que surgen de la derrota del sol.
El sol es una sombra que se mira a si misma
se ilumina a si misma
sin necesidad de reflejarse como la luna,
el sol es la derrota de la lluvia,
es la sombra en la mirada de Fernando Pessoa.
La vida es una derrota permanente
la muerte solo un reflejo, como la luna.
Después de la vida no hay vida ni muerte
después de la muerte no hay muerte
no hay victoria ni derrota después de la victoria
después de la derrota no hay derrota
Sabio é o que se contenta com o espectáculo do mundo,
decía Ricardo Reis,
y Alvaro de Campos le respondía:
a minha alma partiu-se como un vaso vazio
Alberto Caeiro, en cambio, comentaba:
ser poeta no es una ambición mía,
es mi manera de estar solo,
Pessoa los miraba desde su muerte y se reía de la derrota.
La pregunta no es ¿qué hay después de la derrota?,
la pregunta es ¿qué hay después?
DONDE SE CRUZAN
LOS CAMINOS DEL QUIJOTE
No está bien que unos hombres
se hagan verdugos de otros hombres,
dijo Don Quijote de la Mancha
a unos guardas de por ahí,
que llevaban con cadenas
a unos sentenciados por su majestad,
mientras mostraba espada y lanza
tan maltrechas como él.
¿Por qué hacer esclavos
a quienes Dios y la naturaleza hizo libres?
les advirtió el caballero.
Los habían apresado por no pagar impuestos al rey,
robar alguna que otra cosa
o burlarse de las ordenes de la realeza.
Entre esos, había un tal Gines de Pasamonte
que no era otro que un pícaro aventurero
que escribía su propia historia,
hasta hoy inédita,
en la cual, como el Lazarillo de Tormes,
describía una realidad tal,
que no había imaginación que se le iguale.
En todo caso, más allá de la vida de esos señores,
cabe preguntarse: ¿cuál es el camino de la realidad y
cuál el de la imaginación?
Como se sabe, mientras Sancho Panza
buscaba sostenerse en el camino,
mejor dicho: acomodarse en el camino,
Don Quijote quería construir su propio camino,
mejor dicho: cambiar el camino,
dijo uno que iba por los difusos caminos de la Mancha.
Pero, en el camino del ingenioso hidalgo
había sueños posibles y sueños imposibles,
como le ocurre a tantos hoy en el Mediterráneo
y en tantos lugares que no llegaron a conocer
Don Quijote ni Gines de Pasamonte en sus aventuras.
Solo los sueños imposibles cambian la realidad,
dijo otro, que iba por los mismos caminos de La Mancha.
Entonces, ¿cuál será la realidad de Rocinante?
¿Vivir en un establo camino al matadero
o arremeter contra los gigantes
disfrazados de Molinos de Viento?
¿Cuántos caminos se pueden cruzar
en la cabalgata de Rocinante?
¿Cuántos Rocinantes se pueden encontrar en el camino?
¿Qué es los que es y qué lo que debería ser?
¿Dónde cruza Don Quijote los caminos
de lo qué es y de lo que debería ser?
¿En qué momento de sus vidas
las personas llegan al cruce de caminos
entre lo que es y lo que debería ser?
¿En qué recodo eligen la realidad o la imaginación?
¿En qué momento deciden soñar o aferrarse a lo posible?
¿En qué instante eligen morirse por dentro
o ir en busca de un sueño imposible?
¿En qué minuto entran en la contradicción
de ser Don Quijote o Sancho Panza?
¿En qué lugar, el camino se estrechará
y abrirá la tranquera al Caballero de la Blanca Luna?
En todo caso, no está bien que unos hombres
se hagan verdugos de otros hombres,
por no pagar impuestos al rey,
robar alguna que otra cosa
o burlarse de las ordenes de la realeza.
Y mucho menos, que los niños mueran en el mar
por escapar de una guerra.