Silvia Mónica Corbo 

Se fue en Abril

Caminaba lento, sin rumbo, solo sentía sus pies descalzos hundiéndose en una suave grava húmeda. Miraba al cielo buscándose a si misma.

Allí estaba sin vida , el viejo aljibe,  las risas infantiles, su cabecitas mirándose en el agua clara, buscando príncipes  en sapos, tirando piedritas de sueños. La cadena chillando para acarrear el agua que llenaba el barril cubierto por un tamiz de arpillera que la fiel estrellita llevaría de tiro hasta el rancho.

Los graznidos de los chajás sobre los pajonales, la sacaron de su ensoñación.  Caía la tarde de abril, el sol reflejaba colores purpuras y dorados en el lago.

Pensó en el fin, en la muerte de la tarde , en lo efímero de ese instante en que la vida termina. Y su corazón lloró el adiós.

Volvió sobre sus pasos y corrió escapando a la pena. Cuando llegó a la casa, en la portera secó sus lágrimas, miró a lo alto  y vio la magia. La noche brillaba en miles de estrellas .  Supo que en la más brillante estaba  ella  guiándola  como cuando era pequeña y que no soltaría su mano nunca.

 Que el horizonte es un espejismo, el sol no muere al atardecer.