David Mena Ahumada
Nationality: 130
Email: israelmena@hotmail.es
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Email: israelmena@hotmail.es
David Mena Ahumada
David Mena Ahumada, Nació en Santiago de Chile a los pies del Cerro San Cristóbal un 10 de Julio de 1945. Hijo Mayor de 13 hermanos, sus padres Justo y Noemí eran Pastores de la Iglesia Evangélica La Voz de Cristo.
Sus estudios primarios en la Escuela Arturo Alessandri Palma, luego los estudios secundarios en el Liceo Nª 12 de hombres, posteriormente se dedicó a la iglesia: Estudio en el Instituto Bíblico de Nueva York (E.E.U.U) y fue director de estudios del Instituto Bíblico Latinoamericano en Chile.
Cantautor de Poemas y Cantos de la Iglesia Evangélica, su madre Noemí fue una poetisa y recitadora, estampó en su mente la creatividad que hoy sobresale en su mente literaria. Poemas como: “La que quiso ser amada”, “Primer Amor”, “Lamento del sufrir” y 100 poemas más...
Lo destacan como un poeta del Amor: Cuentos y Payas fueron descubiertos en él.
Desde 1974 Vive en Huechuraba comuna creciente y preocupada de sus adultos mayores, es en estos Talleres Literarios donde se despierta la creatividad; a los que gracias a los profesores Gladys Zapata y Alejandra Basualto, con su sapiencia literaria le enseñan a ordenar y pulir su visión y escritura de la poesía Contemporánea.
AMOR DE NIÑOS
Dejen a los niños venir; no los estorben
que ellos saben amar, aman sin reproche
un momento durará una herida o un golpe
pero luego volverán
olvidando aquel regaño.
Dejen a los niños jugar
Ellos corren, ríen, saltan,
ellos no ven si eres pobre,
o si tienes buen lenguaje.
¡Es mi amigo! ¿Puedo llevarlo a casa?
Le regalo mi pelota; él me regaló su juego.
Dejen a los niños ama;
ellos aman y su amor es noble.
Aunque los años pasen
recordaran lo apreciable.
Recordaran al amigo
con su amor entrañable.
Dejen a los niños reír,
no les quitéis alegría
Déjenlos que ellos corran,
jueguen, amen y sonrían.
Para un niño, esa es su vida,
esa su alegría.
Si volviéramos a ser niños
nuestra vida cambiaría.
PRIMER AMOR
Amor que mi vida invadiste
y que mi niñez de pronto transformaste,
cómo olvidar aquel momento
cuando por vez primera…
tú mi boca besaste,
yo mi amor no olvido…
aunque en ti,
tal vez eso esté en el olvido.
Sensación extraña que recorrió mi cuerpo
fue al besar tus labios que perdí mi aliento,
mi emoción de pronto alteró mi ego,
me sentí ya un hombre y olvidé mis juegos…
pero lo tuyo, oh amor mío,
todo, todo retengo.
Hoy al replicar las campanas
a mi mente llega tu recuerdo
porque un día tú te fuiste
y me quedé con tú recuerdo
sí, porque hasta tu perfume
se grabó en mi cuerpo
y que hoy no estés yo no lo entiendo
Por qué aquello terminó…
por qué tú te fuiste.
Y yo quedé solo sin poder olvidarte
¡Vuelve amada mía!
Vuelve con tus besos.
No dejes morir este amor tan bello
Vuelve amada mía,
vuelve te lo ruego.
Vuelve a mí… amor primero.
VIDA TRISTE, VIDA POBRE
Cuando la vida te es nada
porque nada tienes,
cuando perdiste la ilusión
de poseer lo que otros tienen,
tu rostro marcará la angustia
la desesperanza, la necesidad.
Así la vida nos marca
y llevamos tristezas
que no podemos ocultar,
cuando preguntamos ¿Por qué?
el pasado volverá
buscaremos el culpable,
ya no está.
Pero a un niño que decirle.
Él solo quiere su pan,
tener lo que otros poseen,
una ropa o un hogar,
una sonrisa bastará.
Cuando un pequeño perro
tu vez que abrazará,
el no mira si eres pobre,
si es de raza les es igual,
sonreirá y estará alegre
y su pobreza olvidará.
EL NIÑO QUE PERDIO A SU ABUELO
Era un niño alegre,
de un hogar humilde,
vivía con sus padres y con sus abuelos,
fue el mayor de trece hermanos.
A los siete años
su abuelo le fabricó una honda con elásticos
y le enseño a tirar a los pájaros y a los árboles.
El abuelo tenía un carretón de mano
con el cual salía cada día a buscar y recoger
fierros, latas y cartón
y muchas cosas que vendía,
luego de almorzar,
una siesta él dormía a los pies de un viejo árbol
y unas latas de techo lo cubrían.
Un día que el viejo abuelo dormía
el niño con su honda
comenzó a lanzar pequeñas piedras de latas
que el viejo abuelo cubrían
el niño se escondía, el abuelo se dormía
pero luego otra piedra y la ira se veía.
¡Quién cresta tira piedras!
El abuelo con su ira
se levantaba y volvía
el niño escondido sonreía.
Un día el abuelo sorprendió a ese niño
y lo persiguió para darle unas palmadas
pero el niño corrió por esa calle llorando.
Allí lo encontró su padre
que lo calmó en sus brazos.
Luego llegó el abuelo
y con el papá discutieron
el abuelo se fue de la casa,
no volvimos a verlo
hasta un día que a papá llamaron
el abuelo estaba muerto
Ese niño nunca olvidó
que fue su culpa en su juego
y que el abuelo
no debió enseñar a lanzar piedras
que trajeron amarguras, llantos y duelo.
Yo, ese niño aprendí:
no dañes a los que te aman
pues una pequeña piedra
te puede quitar la alegría
de quien te ama en esta vida
y los que sufren son tu familia.
EL DESAMPARO
Desperté, en la soledad de mi cama.
Tan inmensa la encontré
que mis brazos no lograron
alcanzar el cuerpo que soñé,
porque la verdad tú allí no estabas.
Cuanto tiempo estoy así,
no lo sé, medio loco con mi almohada
pero un sueño tan real
me agitó y no vi nada.
Pero que puede esperar un viejo
que vivió sin amor y sin ser amado,
si en su vida no sembró
ni dio fruto que hoy segara.
No hay cariño no hay amor
Y ni un perro que te ladre.
No sembraste el amor…
¿Dónde el árbol que plantaste?
Que tú puedes hoy pedir
¿Quién podrá a ti amarte?
entregarte su calor
o tu vida recrearte.
Desamparo es lo que ves
pero aún puedes cambiarlo
si tan solo sonrieras
y un auxilio tú lanzaras,
hasta Dios te ayudaría
no estés solo con tu almohada.