No quiero ser el reptil que a solas azuza contra la vida, el vaho de una estrella extraviada, el árbol que se yergue cubierto de saliva, el perro que sin aullidos, busca un pretexto para lamer su herida.
No quiero ser el canto que se asfixió en el viento, el cabestro que a la noche le da senda, el asesino de los sueños, en el vuelo de un ave solitaria.
Hoy, como ayer, me atavío de pretextos, sumo bridas a mi estrella, cojo mi brazo y mi pie a medio día, atestiguo mi pensamiento ante la vida y brindo sonrisas a la lluvia.
INQUISICIÓN AL EMIGRANTE
De qué color se desintegró tu canto, en qué vientos se extravió tu nombre, en qué caminos se esfumó tu esencia, en qué sonido perdió tu voz el timbre. Vamos, responde, suelta una lágrima si quieres, pero da la respuesta. Tengo un nido de amor para tus latidos, tengo un rincón en mis huesos sumergido, allí puedes confesar tranquilo, allí puedes nombrar tu sangre, porque tus sueños y mis sueños, tu dolor y mi dolor, tienen de pespunte el mismo hilo, tu corazón y el mío, el mismo siku en su latido, el mismo rondador en su quejido, la misma quena, para no ser olvido.
En qué formas se transformó tu rostro, en qué calles se diluyó tu aroma, a retama, a romero, a brisa de la mañana. Qué espejo capturó tu hechura, qué agua ahogó tu sed de estrellas, qué espinas cercaron tu emoción de lluvia. Confiesa ahora, es el momento, el lugar exacto; aquí están guardadas las espigas, aquí están agazapadas las batallas, de la luz, del pan y las semillas.
DE ALGUNA FORMA
De alguna forma tendré que morder el alba, el silencio que habita en la manzana, la raíz inconclusa de la palabra. Sí, tendrá que ser así, por el verbo que se ahoga en la garganta, por el niño disuelto en su co