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Manuel Lozano
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Manuel  Lozano

Manuel Lozano


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Biography
POR LA FAUNA ABISAL DE UN CAMAFEO DE OCTAVE MIRBEAU


Je regardais, ébloui; ébloui de la lumière plus douce...

O. Mirbeau, Lejardin des suplices

Vuelvo hechizado a la ciudad que antes se llamaba Luz.
El persuadidor ya no es el peregrino roto de magnolia negra.
¿Quién justifica la arenosa máscara en su cáliz?
Estás aquí cubierto de ojos, de algas, coronado de adioses.
Un aullido de barro carnal va subiendo en los lagares
donde el sol celebra tiempo y tiempos y mitad del tiempo.
Hombres mezquinos olvidaron el pequeño talismán incesante
para que sea yo el bienaventurado sortílego en un jardín con ciénagas.
Este mantel muestra la sangre de lo que verás:
El Cristo esférico de la visión instantánea.
¡La Gracia tiene rostro de buey, eunucos del reino!
¡Por la música extremada iba el olor enlutado, el esponsal impalpable!
[Un orbe de telarañas falsifica a quien se dice alabardero leproso.]
¿Y el ácido herido de nuestra profanación?
¿Hasta cuándo el ácido frío de una muerte en vigilia?
Te abrirás a la fuente que amamanta con alaridos.
Intersticio al fin, diré: Quiero el hambre de palabra, de mirífica palabra incestuosa
en viaje hilandero al ser.
Encuéntrame rastro llagante, cría de tus servidumbres.
Vomita de rodillas sobre tus padres y los padres de tus padres.
Levántate en humus. Levántate en júbilo de espejos por el llanto.
Sáltame tétrica de círculos y enarbolada en esfinge, musicadora lengua.
Asciéndeme en raíz tan secreta de sola desnudez
hasta la encarnación llovida de mi verbo.
¿Qué lupercal intercede allí sino la noche perfecta?
Noche desnuda de rostro ciego,
reza en vuelo una cruz electrizada en la garganta.
Mastica lo sobrenatural contra el muro de los santos.
Les deux infinis caminan por el parque de diversiones.
Rézame desde el principio [aliento lustral de toda danza]
un fuego sin cenizas.


Manuel Lozano
Puerto Valdivia, enero de 2006



ALTAR ILUMINADO EN PIEDRA POR LA MUERTE DE ADAN

Pero nosotros hablamos de verdad, persuadidos por la distancia entre el ruego y la unción de aquellos desterrados falsificando vocablos en los bordes de una piel de culebras.

Me ofrecías el cáliz como un sudario del vértigos hasta donde no pueden mis cenizas. Noche absintia, nunca acoraza el hambre aleteando en tus baldíos.

El devorante se llenaba de escamas, ¿era un fulgor, una garra de cuervo, una muñeca dormida con huesos de colibrí, o apenas una marea de hongos sobre la dispersión de la carne, aquéllo que me restituía al aliento de muerte del principio?

Entrañas de misericordia has de pagar al silencio más blanco, aunque no escuchen tu plegaria. Las pupilas sobrehumanas me aduermen en esta espuma entrabierta.

Acércame a esa cabeza de desechos, estállame en la lascivia, hospédame en la casa que huye hacia el desierto. ¿Y miras y das las gracias por los siglos de los siglos? ¿Y qué viniste a hacer con tu fiebre en el relámpago?

Te cercarán los mastines de la escarcha. Por un tiempo obstinado de congojas, no abrirás la puerta del que llora en las calientes cenizas de su vejez.

Porque lo lúgubre es lánguido y retrocede en las salpicaduras de de esta tumba. ¿Qué perdida majestad imprimes a la ceremonia, así cuando caes y caes entre las nervaduras indecisas de una hoja de aromo? La espuma labra un camino de hierro.

Risas que elegiste, crujientes, como si traspasaran el escalofrío del instante en que ninguna anunciación ya te es posible, como si traspasaran el calco de tu agonía en la agonía de tu especie.

Escarbar conmigo la gasa perversa que confunde los sellos. ¡Esperar el sacrificio con el bienaventurado xilofón de los mártires!

Nunca volviste los ojos a su umbral. Se te permite sólo imaginarlo en incontables versiones rotas, musical y encarnado en su red de telarañas.
París, septiembre de 2003 [ Este texto pertenece al libro 'La Noche Desnuda de Rostro Ciego', de Manuel Lozano. Derechos registrados.]

AMENHOPTÚ MEMNÓN

Ya miré el mar desde el desierto. ¿Cómo daré mi infancia enterrada entre palmeras de cenizas a una infancia tan sola? Se acerca. Hijo de la luz, ya miré el mar desde el desierto.

Villa Santa Lucía de Syracusa, Epifanía de 2004 [Este texto forma parte del libro 'La Noche Desnuda de Rostro Ciego', de Manuel Lozano. Derechos Registrados.]

DELICADOS FRAGMENTOS DE UN ARCOIRIS ROTO

-Todo esto es un milagro-alcanzó a decir- y lo milagroso da miedo.
Jorge Luis Borges, El libro de Arena


I Transfiguraciones de una apariencia


¿Cuál es el rasgo determinante de la alegoría que tradicionalmente se ha dado en llamar 'las edades del hombre'? ¿La muerte inmanente, acechando en cada resquicio, o acaso esperando, que también es una forma del asedio? ¿El hambre y la avaricia de los años y los detritus que dejan bajo un mismo, aparente sol? ¿La mera perplejidad ante los ambiguos enigmas de toda vida? ¿O sólo el espacio que dibuja ese enigma insoluble sobre las rotaciones del tiempo?
Dentro de esa alegoría, la juventud ha simulado siempre -al menos, en Occidente- un espacio epifánico tramposamente seguro y triunfante, por más que se omitiesen, en ciertos períodos, sus rasgos más notorios. Aun con sus temeridades y el siempre sospechado pathos, el joven Prometeo simula vida frente al ataque del buitre. Dionysos, portador de la primavera, conoce de antemano su ciclicidad. Cristo [de muchas maneras, un nuevo Dionysos y un Prometeo transfigurado] muere a los treinta y tres años, legando a sus seguidores una promesa eternal exudante de parábolas fervorosas. ¿Cómo entender al Paraíso sino como el arquetipo platónico de la juventud? ¿Leerlo como la perpetua sombra de un Paraíso Perdido jamás reencontrado?
Dilatada en los siglos, entretejida por la apología o el rechazo -momentos extremos de las redes del poder según Michel Foucault-, la juventud obstina vida. Desnuda vida. Desordena vida. Se sumerge en la sed de un mar de sangre. Allí reside la transfiguración de su tragedia: su máxima aspiración.

II ¿Infiernos de una hermosura perdurable?

Oscar Wilde redescubrió los misterios irisados del infierno en la amenazadora belleza de Dorian Gray. 'Ahora bien: la belleza de Dorian era de ese género cuya seducción proviene del color y de la expresión [...] Pertenecía a esa clase de jóvenes que hacen que el mundo parezca jovial aunque sople el infortunio. La bondad y la dicha irradiaban de él visiblemente; la habitación más sombría parecía iluminarse suavemente y animarse cuando él entraba', aclara Basil Hallward, uno de tres espejos arúspices del irlandés, del mismo modo que el esplendente Lord Henry o el amargado Gray en el prefacio del artista, para rematar inmediatamente, 'Lástima que un ser tan magnífico deba envejecer algún día- suspiró Wilde.'
La esfinge calla y se precipita al abismo.

III Inutilidades del Yo


La juventud resultaría, entonces, un larguísimo concepto en su tribu inquieta de significantes. Un coup de des, para parafrasear a Mallarmé, pero vindicando la etimología árabe de dado: Azar. También parecería lamer en las márgenes de su propia alteridad, de los 'desechos' de un yo inasible, furiosamente mutable, para descomponerse luego en un doble extrañamiento que la revele ilusión de integridad y memorial sísmico. Porque si todas 'las edades del hombre' son posesas de un hambre que las nutre o las desquicia por igual, dentro de ellas la juventud se erige en espejo azogado de esta obsesión: alienante rebeldía adorada por el mismo sujeto que la padece, busca de verdad a pleno sol de los deslumbramientos, conjunción tanática y orgásmica danzando por encima de un panteón de dioses falibles cada vez, crasa e incompleta cuando explora - sobre todo, navega- la fresca piel criminal de la especie. Yo es tú, nos recuerda quien precisamente abjuraría de sus preocupaciones juveniles: Arthur Rimbaud.

IV. Inutilidad de una agonía

Tan inútil como una niebla clara alrededor de un bosque. Así se me presenta la agonía de la juventud: la música de su éxtasis, y luego el golpe en la piel.

V. Un territorio de contraluces extremas


No es posible al fin que el milagro no estalle.
Antonin Artaud, Otros Poemas


Quiero acercarme a la emboscada. La escritura de la juventud -las variaciones de la idea- dibuja un archipiélago donde las sombras se igualan con el día. El archipiélago puede simular una mazmorra. ¿Por qué esta sociedad post-industrial cotiza tanto una muerte joven? ¿Por qué los mitos jóvenes demoran en borrarse del imaginario colectivo? Vemos sus increíbles mutaciones. Las escuchamos. Nos rozan. ¡Qué patético desamparo el de un James Dean, de 24 años, bajo una lápida pisoteada por las muchedumbres! ¡Cuánta Silvia Plath oculta bajo almibaradas e incontables páginas!

VI. In signo balbus

Los equívocos diccionarios vienen definiendo la juventud [entiéndase a la definición en tanto otra falacia] como aquella 'etapa entre la niñez y la edad viril'. Luego, no agregan sino unos torpes ejemplos del tipo 'la flor de la juventud'. Si viril vale por varonil o lo propio del género masculino, ¿qué no-espacio se reserva a las mujeres? ¿Una niña daría, por ejemplo, un salto abrupto hacia la vejez? ¿O simplemente remplazaría ese 'período' por dosis más largas de infancia y vejestud?
En pleno siglo V un monje de Suiza le envía una carta a otro de Alemania, diciéndole 'te escribo in signo balbus', es decir con los signos del balbuceo. Los bárbaros estaban a las puertas de una Roma incendiada, se esperaba un seguro apocalipsis. Hoy asistimos desasosegados a las múltiples invasiones de ese Leviathán llamado globalización. La globalización vomita estadísticas económicas y balbucea. Los diccionarios también.

VII. Juvencia

Aunque lo hacen a pleno sol, parecen 'sombras talladas por un relámpago negro' [como aquellas damas del Breton de Nadja]. Son varias las que cruzan la fuente de la juventud en el cuadro de Lucas Cranach. Viejos caballeros armados las esperan en la otra orilla con la casi seguridad del contagio. Ellas son, a la vez, sacrificadas y poseedoras: autómatas desatinadas.
Dicen que el rey Salomón se rodeaba también de numerosas adolescentes en busca del contagio, de ese emigrar hacia lo prematuro.



VIII. Transcronologías

Por eso el simulante y joven Tom de El Zoo de Cristal, excediendo los meros usos y costumbres de su época, dará con la feliz metáfora del arcoiris roto, los delicados fragmentos que hacen al cuerpo y al alma de esta insaciable peregrina. La que nunca se cansa. La que apuñala muerte con todo su temblor. Con las heridas del grito.

Buenos Aires, abril de 2002 [Seleccionado y publicado para la edición especial de 'Eccus' [Madrid, mayo de 2002], fue distribuida en las universidades y centros académicos de España y de otros países europeos].

[El apartado VII fue agregado a posteriori.]

NOTICIAS:

MANUEL LOZANO DESIGNADO MIEMBRO DE HONOR DE INTERNATIONAL FORUM FOR A LITERATURE AND A CULTURE OF PEACE[IFLAC ] Y DE BILINGUAL MCA POETS & WRITERS FOR PEACE

Manuel Lozano ha escrito recientemente una serie de textos sobre la paz, aparecidos en una antología editada en Otawa, Canadá, con el título de 'Descubrimiento de las Prisiones', con motivo de la denuncia del atropello a los derechos humanos en Turquía.

En lo que va del año, Lozano ha recibido varios premios internacionales, entre ellos el 'Premio a la Excelencia Educativa 2006' y 'Doctorado Honoris Causa en Filosofía de la Educación', otorgados por el Consejo Iberoamericano de Educación -conformado por 13 universidades de España y Latinoamérica, el de 'Embajador de Poetas del Mundo para la Rep. Argentina', del mega-proyecto 'Poetas del Mundo' con sede en Santiago de Chile y presidido por Luis Arias Manzo, el de 'Ambassadeur de la Paix', del Cecle Universel de la Paix, de Suiza, además de ser designado 'Miembro de Honor de IFLAC' -rama argentina-. Por otra parte, su obra ha aparecido en las 13 ediciones de la 'Antología de la Poesía Hispanoamericana' [Editorial Lord Byron, Lima-Madrid], junto a los más grandes poetas de España como Luis Antonio de Villena, Leopoldo María Panero y Jaime Siles, de la 'Generación de los Novísimos'. Además, ha sido traducido recientemente al inglés, árabe y francés.

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