Anabel Glenda Romano
Me llamo Glenda Anabel, nací un 29 de febrero de 1992 en Buenos Aires, Argentina y es donde actualmente estoy viviendo. Escribo con el alma desde mis aniñados 12. Siempre sentí que se me daba muy fácil la expresión de sentimientos debe ser por eso que la mayoría de mis poemas tienen ese color con el cual, creo yo, muchos podrían identificarse.
Adiós mi verano más dulce.
Perfumaste el cielo con tu esencia,
Verano sagrado donde te encontré.
Ese aroma perdura en mi consciencia
y cuando duermo, también.
Nunca olvidaré tus colores
mucho menos al asesino
que se llevo al verano de mi vida.
Frío como envidioso,
El otoño te arrebató.
Mis sentidos piden justicia,
todavía te extraño entre mis manos.
Me duele la paciencia
No sé muy bien
si está ubicada en el estómago
o en la sien
pero ¡cómo duele!
sí que duele, ver vacío el Edén.
Junto las rosas que cayeron,
esas que la naturaleza quiso
para adornar el camino
Y en mi canasta no caben más
¿queres algunas, queres hacer vino?
¡Tregua! me quiero bajar del problema
que me duele la paciencia
y no encuentro el origen de tal tontera
¡Tregua! que mañana el sol va a brillar
y no tiene sentido, vernos estallar.
Las manos del poeta
Entre uñas y tinta
adorando el amanecer,
deslumbrándose con la melancólica luna,
Se encuentra el poeta,
actor desgarrado que todo lo siente,
todo lo expresa, a su manera
con rojo o negro
con bolígrafo invisible.
Las manos enloquecidas
en espirales de palabras
no alcanzan a cubrir
ni un cuarto del espacio.
Las hojas no bastan
para el poeta desdichado.
Y se mancha sin querer
pero también queriendo
su consciencia es tan real
como lo emanado por sus dedos.
No concluye, nunca llega el fin
siempre hay más para dar
que para recibir.
Mientras exista una letra,
otra, y una más
Existirán palabras para recitar
lo que a veces, la voz interna calla.