Marta Nidia Ioele
Argentina
Qué tarde aquella tarde de enero
corriendo fuí a tu encuentro.
Se unieron nuestros cuerpos
Tus manos en mi cintura
las mías en tu cuello.
Buscando nuestros labios
el camino del beso.
Un reloj sin agujas
nos regalaba el tiempo.
Nuestros pieles se unieron
quemándose en afanes y deseos.
Todo se detuvo,todo fue silencio.
Mientras el ocaso iba muriendo.
Desataste mis trenzas dejando
a mis cabellos jugar en el viento.
Y ví como partía la niña
que llevaba adentro