Elizabeth Reinosa Aliaga (Bayamo-Cuba, 1988).
Ingeniera en Ciencias Informáticas. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y egresada del XIII Curso de Técnicas Narrativas Onelio Jorge Cardoso. Ha obtenido diferentes reconocimientos a su obra, entre los que se destacan los siguientes premios de poesía: José Antonio Echeverría (2006); Décima al Filo en el XI concurso Ala Décima (2011) y Nieves de Mayabeque (2011). Además, ha sido reconocida con el segundo lugar en el concurso Regino Pedroso (2012), tercero en el Farraluque de poesía erótica (2012) y mención en el concurso Wolsan- Cubapoesía (2012).
Finalista en los concursos internacionales Caminar entre Sueños (Poesía-Argentina, 2008), La Pereza (Minicuentos, 2013) y Un café con literatos (Poesía-España, 2013).
Ha publicado en la Revista Río Hondo (México, 2007), y las antologías: Homenaje a Gloria Fuertes (Academia Iberoamericana de Poesía – España, 2007), Cuarta Dimensión de la Tarde (Cuba-Honduras, 2011), el Libro Verde de Cuba (Cuba-México, 2012) y El Diez por ciento y más (concurso internacional de minicuentos La Pereza, 2013). Autora del cuaderno de décimas En la punta del Iceberg, de la editorial La Luz (Holguín, 2011).
Pegado al seno izquierdo
…y tú que querías un poema
Para el amor que hace figuras de barro.
Luis Yuseff Reyes
En éxtasis, masturbatorio,
recrea la ausencia
la divide
y reparte el áspero sabor sobre la lengua.
Ofrece la limpia sangre de los corderos
para hundir las manos
y borrar los deslices de la noche.
Este rictus de amor te pertenece
como la piedra volcánica del cuello,
la marca del metal sobre la espalda…
Tú que pediste el barro y el instante,
acaba de ser esa figura
que ve su esencia destruida
en otros dedos.
Invéntate una estación donde el agua
no pueda con tus actos de cordura.
Sueña en retrospectiva,
compra una coraza, una concha,
un sarcófago egipcio que pueda hacerte inmune.
Alimenta las razones para no creer
en los espejos que te invitan a asentir,
a olvidar las horas perdidas detrás de una pared.
Guarda tu edad bajo una piedra,
deja que el tiempo apague el brillo
adquirido por un rayo de luna.
Di que odias el deseo (en un lugar donde te escuchen).
Pretende una mentira
más cierta que el temblor bajo tus labios.
Abrázate a la idea de no ser…
prueba una vez más el sabor de tu derrota.
Quiso ser Alejandra y caer
de frente sobre la casa,
sobre las ruinas de la casa
en cuyo centro nació un árbol sin raíz.
Quiso escribir su nombre en la piedra
tal vez en el año tres mil
alguien reconozca en él una señal contra la nada.
Quiso confesar algo que no fuera esto mismo.
Quiso fundar una palabra
y resultó un disparo.
Vocación de Samaritana
Hoy la Pompadour me habló del agua,
de su tinte rojizo en las aceras,
del rubor de amar la calle
y sus hombres que escapan del diluvio.
Yo no supe de tormentas
que asolaran una Isla, un país
de orillas negras pegadas a otro cuerpo.
No supe del dilema existencial,
de la saliva, de la esperma en complot
con los saludos.
No me hablaban los ángulos de la pirámide invertida,
el cansancio de los pies, las azoteas.
Nunca vi la paz en la bandera de la cama.
Pudieron ser mortales el placer y los excesos,
la memoria colectiva, los deslices.
Ahora siento cómo quema el fuego en la garganta.
Hoy la Pompadour me habló de la inocencia…